Para muchos regatistas el gran reto de la Mini Transat es eso, convertirse en navegantes profesionales reconocidos internacionalmente, un papel determinante que hará que se abran de par en par las puertas a la participación en todo tipo de competiciones y regatas. Así, el rosario de nombres anónimos que buscan dejar de serlo es más numeroso cada año, ávidos de una aventura en la que el destino les reserve un papel protagonista, un cetro en el altar de los más grandes.
Por supuesto, también confluyen otros regatistas ya consagrados con una especial atracción por esta regata que lleva a pequeños barcos de 6,5 m a cruzar el Océano Atlántico en solitario. Para éstos, la Mini Transat es un pequeño paréntesis en su vida, una pausa para lograr un reto largamente soñado o ese desafío que siempre quedó pospuesto por estar embarcado en otros proyectos profesionales de “más calado”.
Con nombre propio
Los franceses Julien Pulvé à Clément Bouyssou, así como el belga Jonas Gerckens o el suizo Patrick Girod, son algunos de los que sueñan con poder vivir el día de mañana de la que es su mayor pasión. El francés Thomas Guichard es de los que se toma la regata como un paréntesis, de hecho ha tenido que pedir unos meses de vacaciones no pagadas para poder participar en la regata. Muchos de los participantes tienen profesiones relacionadas con el mar o el mundo de la vela (profesores de vela, ingenieros naval…), pero también hay otros cuya profesión nada tiene que ver con el mar, como Guillermo Cañardo, médico de urgencias en Tarragona o Carl Chipotel, bombero en Guadalupe.
De las antípodas a la puerta de al lado
Algunos vienen de muy lejos, como la australiana Katrina Ham que vive en Lorient (Francia) desde hace dos años para poder prepararse para la regata o el chino Xu Jingkun que también llegó hace cinco meses a Francia con su mujer y su hijo dejando su ciudad de origen Qingdao, donde ejerce como director de una escuela de vela. Otros, no están muy perdidos en Douarnenez, como Olivier Taillard que vive en Quimper, la ciudad de al lado. Hay 16000km de distancia entre Olivier Taillard y Katrina Ham, hoy reunidos en Douarnenez y separados por unos pocos metros.
Brotes verdes y algunas canas
Podrían ser sus hijos. O eso dicen los más mayores de la regata de algunos jóvenes como el francés Quentin Vlamynck (22 años) o el español Fidel Turienzo (23 años) cuya experiencia en el mar es muy diferente de la de por ejemplo, Carlos Lizancos (56 años) o Hervé Aubry (54 años). Más de 34 años de diferencia entre estos dos extremos que muestran que la regata no entiende de edades.
Las virtudes de la experiencia
Entre los habituales del circuito Mini y los nuevos que se lanzan por primera vez, hay un mundo. Sin duda, el más experimentado de todos, Davy Beaudart rematará su séptimo año a bordo de su prototipo. Davy es el favorito, pero tendrá que demostrar frente a sus competidores hasta qué punto la experiencia en la Mini puede ser importante. Algo con lo que sin embargo Mathieu Bourdais no contará ya que empezó en el circuito este mismo año. Gracias a su consolidada experiencia olímpica, confía en formar parte de las pequeñas sorpresas que siempre depara la Mini Transat Islas de Guadalupe cada año.
Declaraciones de los españoles justo antes de la salida / Puesta en marcha de la FNOB