Lo que empezó a las 08:01 horas del 24 de julio, con el tradicional cañonazo del Royal Yacht Squadron, se transformó en una auténtica odisea marítima. En el primer tramo, hasta The Needles, alcanzó velocidades de hasta 12 nudos, para después adentrarse más de 8 millas en el Canal de la Mancha en busca de viento. Navegó durante más de seis horas en mar abierto hasta alcanzar el faro de St. Catherine’s y, ya en el tramo final, afrontó su mayor desafío: la zona de Bembridge, con mar cruzada, rachas de viento de fuerza 6 (22-27 nudos) y un complicado cambio de marea.
Exhausto, helado y al límite de sus fuerzas, cruzó la línea de llegada pasadas las 21h, validando no solo su protocolo de navegación diseñado para personas con discapacidad visual, sino también la tecnología háptica que le permitió orientarse y mantener la seguridad a bordo. Entre lágrimas, agradeció a su embarcación haber resistido cada milla: “solo debemos escuchar y sentir, el patín habla”, suele decir Dani
“No es solo un desafío deportivo, es la prueba de que no existen discapacidades, sino capacidades distintas. Con protocolos adecuados, tecnología y preparación, todo es posible”, declaró emocionado tras llegar a meta.
El logro trasciende lo personal y lo deportivo: supone un paso decisivo hacia una náutica inclusiva y universal, demostrando que la autonomía, la seguridad y la toma de decisiones son posibles para cualquier navegante con la formación y las herramientas adecuadas. Este reto se enmarca en el proyecto Yes We Sail, impulsado por el propio Dani, que trabaja por el desarrollo de tecnología adaptada, programas de formación y la defensa de un objetivo común: el regreso de la vela a los Juegos Paralímpicos de Brisbane 2032.
Una gesta en la cuna mundial de la vela
La Isla de Wight no es un escenario cualquiera: aquí se disputó por primera vez la Copa de las 100 Guineas en 1851 –origen de la actual America’s Cup, o Copa América en español– y se celebran regatas míticas como la Rolex Fastnet, la Admiral’s Cup o la Cowes Week. En este mismo marco histórico, Dani Anglada Pich ha demostrado que navegar sin vista, pero con visión, también puede escribir páginas legendarias.
El reto fue fruto de meses de preparación en el Club Náutico El Masnou y Port Masnou (Barcelona), puerto base del proyecto y pioneros en vela inclusiva, y semanas de entrenamientos en Cowes, con el apoyo táctico de figuras como Magnus Wheatley (periodista y regatista, reciente ganador de la Round the Island Race) y Simon Rogers, tres veces campeón de la misma prueba.
El East Cowes Sailing Club se convirtió en la base de operaciones del equipo en el Reino Unido, pieza clave en la logística de la travesía.
La preparación además ha contado con el respaldo de entidades que han aportado soporte en ámbitos esenciales:
- Fundación Isidre Esteve, en preparación física especializada.
- White Jacket, desarrollo tecnológico.
- Barnaclínic – Medicina del Deporte, en nutrición.
- Servicio de psicología de la ONCE, en entrenamiento mental y gestión emocional.
Y con patrocinadores que desde el inicio han confiado en Dani:
- Port Masnou y Club Náutico El Masnou, principales patrocinadores.
- Kyndryl, empresa tecnológica de conectividad e infraestructuras.
- Top Sailing Charter, agencia de viajes náuticos.
- Immunotec, laboratorio canadiense de salud inmunológica.
- Rooster, ropa técnica náutica.
- Ratsey & Lapthorn, histórica velería de Cowes.
- Abordo Sailing, astillero especialista en patines a vela.
Dani Anglada Pich
Marino mercante e ingeniero náutico formado en la Facultad de Náutica de Barcelona (UPC), Dani completó además un máster en emprendimiento para personas con discapacidad (Fundación Prevent – ESADE). En 2018, un accidente a bordo de un buque mercante le provocó la pérdida total de visión. Con el apoyo de la ONCE, la Fundación Isidre Esteve y su entorno cercano, transformó la adversidad en motor de cambio, fundando Yes We Sail en 2024.
Yes We Sail está formada por una asociación y una start-up de impacto social (SBIC) con la misión de impulsar la inclusión real en la náutica a través de:
- Tecnología háptica creada conjuntamente con la start-up White Jacket: una banda háptica que se ajusta bajo el pecho y rodea el cuerpo, equipada con 12 sensores que generan patrones de vibración, un lenguaje perceptible directamente en el cuerpo que indica el rumbo hacia el punto de destino o, a demanda, la dirección del viento respecto a la proa.
- Protocolos accesibles.
- Formación de formadores.
- Retos deportivos de alto impacto.
- Divulgación y sensibilización social.
Su horizonte común: el regreso de la vela a los Juegos Paralímpicos de Brisbane 2032.