Aprovechamos la amistad de un navegante abonado a dos salidas mensuales con Centre de Navegants. De hecho, esta escuela dirigida por Eva Piulats desde hace casi una década, no es formalmente una club de navegación aunque sí tienen algunos “tics”.
Es decir, por una cuota de risa, los titulados que ha instruido personalmente y cualquier titulad@ “exterior”, pueden acceder a estos grupos y a sus salidas organizadas en plan amigos. Una de estas dos salidas mensuales de mi amigo Alfred, son con instructor. En la otra -sin él- la responsabilidad del patrón siempre recae en el tripulante con la titulación de mayor rango. Suele ser un Patrón de Yate o, incluso, algún Capitán de Yate por delante de los P.E.R. que siempre son la mayoría.
A las 10:00 de la mañana estamos con Alfred que nos ha sugerido esta matinal de navegación desde las instalaciones de Centre de Navegants. Tras unas presentaciones ante 14 personas que ya se conocen, Eva propone algo así como un Match Race entre el “Jay”, un veterano Jboats de 35 pies precioso y muy navegador y un no menos atractivo Beneteau 405 de pedigree llamado “Badoc”. Todos los tripulantes han pasado por el aula de Eva percibiéndose las distintas ambiciones de cada uno como navegante.
Nos repartimos entre los dos barcos y nos asignamos funciones. Nos espera un mar con ligero mar de fondo y viento de 18-22 nudos con rachas de 25. Una vez preparados, sacan los barcos de sus amarres los propios “ex-alumnos” sin problemas a pesar de las rachas laterales.
¡A por ellos!
Montamos dos fajas de rizos y tormentín en los stays volantes o trinquetas. Se nota que los tripulantes se conocen. Por la forma de comunicarse y la soltura a pesar de que hay algunos bastante “primerizos”. Los tripulantes gobiernan el barco bajo la atenta mirada de Eva que remarca los detalles a tener en cuenta recordando la secuencia en la que se debe “trabajar”. Tensión de los rizos, la contra, los carros de escota más a proa o popa, carro botavara, rumbos estables, avisos de racha,… Nos pasamos tres horitas persiguiéndonos entre bromas y “piques” sanos que fomentan las ansias por hacerlo mejor que… ¡ellos!
Vuelta al puerto y tras varios intentos fallidos por el abatimiento, enhebramos el “Badoc” en su amarre. El “Jay” hace lo propio a escasos metros. Amarramos en firme y ordenamos los barcos. Adujar drizas y escotas, inmovilizar botavara, cerrar el “lazy” de la mayor,… todo entre bromas. Nos aguarda el “vermuth” en las oficinas de Centre de Navegants que finalmente se torna en un abundoso “brunch”. Se comentan los lances y, esta vez, se bromea acerca de la hipotética suerte de ser agraciados con la Lotería de Navidad.
Sin duda, ¡tener un velero de propiedad sería la monda!