El misterio de las ballenas muertas en la Península de Valdes (Argentina) en los últimos años parece que ha quedado resuelto. El número de muertes de estos cetáceos se había multiplicado por 10 entre 2005 y 2014, pasando de menos de seis por año a 65 en los último diez años. Los investigadores no encontraban la causa de este alto porcentaje de mortandad que especialmente se producía en los ejemplares más jóvenes –de menos de tres meses de edad- de la ballena franca austral (Eubalaena Australis). En algunos períodos la situación se convertía en masacre, pues llegaron a aparecer más de 100 crías de esta especie en un año.
Tras mucho investigar, y según un estudio que publica la revista Marine Mammal Science, parece que la causa principal de estas muertes tiene su origen en una algas tóxicas Pseudo-nitzschia que son las mismas que a veces obligan a las autoridades a prohibir la recolección de almejas y otros mariscos por su contaminación.

La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) y su Servicio de Pesca Oceánica, así como otros científicos de EEUU y Argentina, consiguieron relacionar las muertes de las ballenas con la alta concentración de estas algas tóxicas en la Península Valdés. Al parecer, este tipo de alga, cuando hay una gran floración, puede producir una potente neurotoxina llamada ácido domoico que provocaría la muerte de las ballenas más jóvenes. Cuando la densidad de estas algas se reduce también se ha reducido el número de muertes. Aunque esta correlación no es definitiva para explicar las muertes, si que parece la causa más probable.
“Los números oscilaron en torno al mismo punto y al mismo patrón” –dice Cara Wilson, oceanógrafa del Southwet Fisheries Science Center y autora principal del estudio-. “Lo que es inusual –añade- es la frecuencia de repetición de la floración. Por lo general no ocurren muertes cada año, pero entre 2007 y 2013 las crías murieron en gran número todos los años”.
El mismo informe indica que este descubrimiento sería válido para otras regiones en las que también se ha producido un alto porcentaje inexplicado de muertes de ballenas, como Australia.
Asimismo, se demuestra que las criaturas más grandes del océano pueden ser vulnerables a las floraciones de algas, que se espera aumenten con el cambio climático. Es el caso de la costa oeste de EEUU, donde ya se comprobó a principios de este año 2015 la alta densidad de algas en sus aguas, tras casi un año con la temperatura del agua inusualmente cálida en la costa.
Los científicos están ahora estudiando si estas algas nocivas habrían contribuido a un repunte en la muerte de ballenas adultas en Alaska.
Ballenas en la Península Valdés. / John Atkinson, Ocean Alliance